De sueños (los que se cumplieron, los que aún guardamos y los que se fueron).
De expectativas (sobre uno mismo y sobre los otros).
Del miedo (a ser diferente, a cambiar de dirección).
De dejarse llevar (o no).
De elegir. De decidir. De tomar las riendas. De conocerse. De no traicionarse.
En definitiva, de la vida (la impuesta o la que elegimos).
(La última película de Sam Mendes no deja indiferente, aunque quizá pueda hacernos sentir un tanto incómodos y quizá, también, nos haga cuestionar eso: la vida, la nuestra; la de cada uno. Y además, con grandes actores.)
sábado, 7 de febrero de 2009
domingo, 1 de febrero de 2009
Derechos básicos y homogéneos
En la última edición del programa "Tengo una pregunta para usted", una mujer extremeña le preguntó al presidente qué opinaba de la propuesta de Guillermo Fernández Vara (presidente de Extremadura) sobre homogeneizar los servicios sanitarios ofrecidos por cada comunidad autónoma (la pregunta hacía referencia, concretamente, a la cartilla de vacunaciones, cuya gratuidad varía de una comunidad a otra). El presidente se mostró a favor de la propuesta y la apoyó. Inmediatamente a mí, que vivo en Madrid, se me vinieron también a la cabeza muchas dudas y preguntas.
Desde hace tiempo, en la Comunidad de Madrid se ha puesto en marcha un proceso privatizador de la sanidad (derecho básico), del que ya hablé en un artículo anterior (6 de septiembre de 2008: "Acabar con el monopolio"), por eso me sorprende la disposición tan positiva del presidente en referencia a este tema. Desde que el gobierno de Esperanza Aguirre diera comienzo a su plan de acabar con el monopolio de lo público, echo de menos una oposición en Madrid que dé la importancia que se merece al tema del que estamos hablando. No me canso de contar a conocidos y desconocidos mi experiencia personal con la empresa Capio, que es la encargada de cubrir mi derecho a una sanidad pública, pero sí me canso y me duele recibir como respuesta una sorpresa absoluta, ya que el desconocimiento sobre lo que se ha hecho ya con varios centros de especialidades es también total: ¿Pero los médicos que estaban en el ambulatorio ya no están? No. ¿Pero el personal sanitario también es personal de la empresa? Sí. Y entonces, la mayoría de los que me escuchan se echan las manos a la cabeza...
Me cuesta creer que si de verdad el partido socialista está a favor de una homogeneización en un derecho tan básico como es la sanidad, no esté haciendo una política seria y responsable en este tema, pues lo que siento es que se está dejando hacer.
La distribución en comunidades autónomas del estado español ha ayudado a que las diferencias entre los distintos territorios haya disminuido considerablemente, pero la transferencia sin limitaciones de derechos básicos, como son la sanidad y la educación, puede provocar unas diferencias tales que nos pueden hacer sentir que vivimos en países diferentes, precisamente por eso, porque estamos hablando de derechos básicos (actualmente las diferencias en el sistema sanitario ya es patente y me llama la atención que nadie tome cartas en el asunto).
De momento, aunque en las próximas elecciones autonómicas de Madrid haya un cambio de gobierno, no tengo demasiadas esperanzas en que se pueda recuperar fácilmente el anterior sistema sanitario, ya que tan sólo la rescisión de los contratos que se han firmado con las distintas empresas privadas implicadas, supondrá un gasto elevadísimo. Por mi parte, mi experiencia con la empresa Capio Sanidad ya ha llegado a su fin: me he visto obligada a abandonar esa sanidad pública que siempre he deseado, puesto que lo que yo estaba recibiendo está ya muy lejos de la sanidad que, como ciudadana española, debería recibir.
Desde hace tiempo, en la Comunidad de Madrid se ha puesto en marcha un proceso privatizador de la sanidad (derecho básico), del que ya hablé en un artículo anterior (6 de septiembre de 2008: "Acabar con el monopolio"), por eso me sorprende la disposición tan positiva del presidente en referencia a este tema. Desde que el gobierno de Esperanza Aguirre diera comienzo a su plan de acabar con el monopolio de lo público, echo de menos una oposición en Madrid que dé la importancia que se merece al tema del que estamos hablando. No me canso de contar a conocidos y desconocidos mi experiencia personal con la empresa Capio, que es la encargada de cubrir mi derecho a una sanidad pública, pero sí me canso y me duele recibir como respuesta una sorpresa absoluta, ya que el desconocimiento sobre lo que se ha hecho ya con varios centros de especialidades es también total: ¿Pero los médicos que estaban en el ambulatorio ya no están? No. ¿Pero el personal sanitario también es personal de la empresa? Sí. Y entonces, la mayoría de los que me escuchan se echan las manos a la cabeza...
Me cuesta creer que si de verdad el partido socialista está a favor de una homogeneización en un derecho tan básico como es la sanidad, no esté haciendo una política seria y responsable en este tema, pues lo que siento es que se está dejando hacer.
La distribución en comunidades autónomas del estado español ha ayudado a que las diferencias entre los distintos territorios haya disminuido considerablemente, pero la transferencia sin limitaciones de derechos básicos, como son la sanidad y la educación, puede provocar unas diferencias tales que nos pueden hacer sentir que vivimos en países diferentes, precisamente por eso, porque estamos hablando de derechos básicos (actualmente las diferencias en el sistema sanitario ya es patente y me llama la atención que nadie tome cartas en el asunto).
De momento, aunque en las próximas elecciones autonómicas de Madrid haya un cambio de gobierno, no tengo demasiadas esperanzas en que se pueda recuperar fácilmente el anterior sistema sanitario, ya que tan sólo la rescisión de los contratos que se han firmado con las distintas empresas privadas implicadas, supondrá un gasto elevadísimo. Por mi parte, mi experiencia con la empresa Capio Sanidad ya ha llegado a su fin: me he visto obligada a abandonar esa sanidad pública que siempre he deseado, puesto que lo que yo estaba recibiendo está ya muy lejos de la sanidad que, como ciudadana española, debería recibir.
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