Después de ver la última película de Almodóvar, Los abrazos rotos, alguien me dijo, un día voy a hacer la prueba: voy a ver una película suya sin sonido; creo que me va a gustar tanto o más. Y estoy totalmente de acuerdo.
Con este comentario no pretendo infravalorar la parte narrativa de sus películas, la que hace referencia a los diálogos (en muchos casos magistrales) y a la trama, sino destacar, por encima de todo, el punto fuerte de este gran director, que es esa parte visual tan potente y personal de sus películas (los colores, los encuadres, el movimiento de cámara...), es decir, su facilidad para contar con imágenes parte de esa trama, imágenes que te atrapan desde el principio, sin importar casi lo que te están contando, como si por sí mismas fueran suficientes... Por ello considero que cada estreno de Almodóvar requiere una visita obligada al cine.
Algún día yo también haré la prueba: quitaré el sonido y disfrutaré aún más, si cabe, de esos colores y encuadres que tan sólo él sabe hacer.
jueves, 16 de abril de 2009
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