Voy a hablar del debate, pero de los preliminares.
En los días previos al encuentro entre Zapatero y Rajoy la publicidad que se llevaba a cabo y el modo de tratar dicho evento me recordaban a una de esas finales importantes de fútbol (final de la Copa de Europa, con equipo español incluido): anuncios del debate repetidos varias veces al día (para crear expectación, por supuesto) y el mismo día del evento retransmisión en directo junto al recinto de espectáculos, con enviados especiales incluidos. Hora y media antes del comienzo y como en las buenas finales de fútbol, pudimos disfrutar de ese emocionante ambiente previo: una nube de fotógrafos esperando a los protagonistas, que hasta unos pocos minutos antes de las diez no llegaron; la cara de los periodistas estrella de cada cadena rellenando espacio y tiempo (nada más y nada menos que hora y media) y un cronómetro que nos iba anunciando, mediante una espectacular cuenta atrás, el tiempo que nos quedaba para el comienzo del evento. Luego vino lo demás: análisis por parte de los dos protagonistas de estos cuatro años de gobierno y un moderador que aún no sé muy bien qué pintaba allí. El objetivo se cumplió: 13 millones de espectadores (ya lo dije antes: como en las mejores finales).
La época que vivimos es así: cualquier cosa vale para ganar audiencia y hasta de un debate de estas características, aburrido y previsible, se puede hacer audiencia; ahora todo vale. Pero lo más sorprendente es que hay cierta lógica en este exceso de publicidad y de medios: lo que es cierto es que, desgraciadamente, sí se trataba de un evento excepcional, ya que en España la existencia de este tipo de debates dependen exclusivamente de la buena voluntad, valentía o falta de cordura de los protagonistas, cosa que desde mi punto de vista debería cambiar (pero ya sabemos que la autoprotección de los políticos no descansa ni depende de ideología alguna).
El espectáculo continúa: el partido de vuelta, perdón, la segunda parte del debate, el lunes que viene. ¡A disfrutar del espectáculo!
miércoles, 27 de febrero de 2008
lunes, 18 de febrero de 2008
Diábolos, campanas y cilindros
En un artículo anterior ("Tallas", del 5 de noviembre de 2007) ya expuse mi malestar por la falta de uniformidad a la hora de establecer las medidas en las tallas de la ropa, tanto de hombre como de mujer, siendo mayor en el caso de las mujeres. Me alegraba de que por fin se cuestionara este tema y de que diera comienzo un estudio antropomórfico de la mujer española. Los resultados de dicho estudio los hemos conocido hace un par de semanas y, en general, las críticas han sido feroces.
Por un lado el sector textil se ha quejado de la dificultad para establecer tres tipos de patrones para cada talla, a saber, forma de diábolo, campana o cilindro. Se han quejado de que no lo ven factible, ya que no saldría rentable, y lo comprendo (ya sabemos que el sector empresarial solamente se fija en un único aspecto: el beneficio económico).
Por otro lado las críticas más duras, desde mi punto de vista, han venido del mundo de la moda. Coincidiendo con la pasarela Cibeles los comentarios han abundado y destaco precisamente el que más se ha repetido: ¡Qué vergüenza! Ni que las mujeres fuéramos objetos. Que si diábolo, cilindro o campana... ¡Qué vergüenza!
Me sorprende que tanto modelos como diseñadores se hayan quejado de lo mismo y con el mismo argumento (a veces hecho de menos un poco más de pensamiento propio), ya que el mundo de la moda y de la publicidad están llenos de ejemplos donde la mujer no es más que un mero objeto.
Mi sensibilidad, a diferencia de estos comentarios, no se vio herida al escuchar el resultado del estudio y comprobar que lo que ya había sufrido en mis propias carnes se confirmaba con los datos tomados sobre una muestra de 10.145 mujeres repartidas por 59 ciudades diferentes:
1. El 40% de las españolas tiene problemas para encontrar ropa de su talla; la mayoría de ellas porque las prendas son pequeñas.
2. El 86% de las españolas tiene un índice de masa corporal convencional, que no requiere consulta ni tratamiento médico.
Me parecería idílico que se unificaran por fin todas las tallas, ya que se ahorraría mucho tiempo, y a muchas mujeres, sobre todo jovencitas, les evitaría dudas infundadas sobre su aumento de peso. Pero más idílico sería aún el hecho de que para cada talla se establecieran tres patrones diferentes; sería algo parecido a comprar un traje a medida. Entonces las críticas, ¿a qué se deben?
Me cuesta trabajo creer que muchas mujeres consideren que esta clasificación en diábolos, campanas y cilindros, es una ofensa para nosotras.
Siento que a veces la sensibilidad está a flor de piel, y creo que éste es un buen ejemplo.
Por un lado el sector textil se ha quejado de la dificultad para establecer tres tipos de patrones para cada talla, a saber, forma de diábolo, campana o cilindro. Se han quejado de que no lo ven factible, ya que no saldría rentable, y lo comprendo (ya sabemos que el sector empresarial solamente se fija en un único aspecto: el beneficio económico).
Por otro lado las críticas más duras, desde mi punto de vista, han venido del mundo de la moda. Coincidiendo con la pasarela Cibeles los comentarios han abundado y destaco precisamente el que más se ha repetido: ¡Qué vergüenza! Ni que las mujeres fuéramos objetos. Que si diábolo, cilindro o campana... ¡Qué vergüenza!
Me sorprende que tanto modelos como diseñadores se hayan quejado de lo mismo y con el mismo argumento (a veces hecho de menos un poco más de pensamiento propio), ya que el mundo de la moda y de la publicidad están llenos de ejemplos donde la mujer no es más que un mero objeto.
Mi sensibilidad, a diferencia de estos comentarios, no se vio herida al escuchar el resultado del estudio y comprobar que lo que ya había sufrido en mis propias carnes se confirmaba con los datos tomados sobre una muestra de 10.145 mujeres repartidas por 59 ciudades diferentes:
1. El 40% de las españolas tiene problemas para encontrar ropa de su talla; la mayoría de ellas porque las prendas son pequeñas.
2. El 86% de las españolas tiene un índice de masa corporal convencional, que no requiere consulta ni tratamiento médico.
Me parecería idílico que se unificaran por fin todas las tallas, ya que se ahorraría mucho tiempo, y a muchas mujeres, sobre todo jovencitas, les evitaría dudas infundadas sobre su aumento de peso. Pero más idílico sería aún el hecho de que para cada talla se establecieran tres patrones diferentes; sería algo parecido a comprar un traje a medida. Entonces las críticas, ¿a qué se deben?
Me cuesta trabajo creer que muchas mujeres consideren que esta clasificación en diábolos, campanas y cilindros, es una ofensa para nosotras.
Siento que a veces la sensibilidad está a flor de piel, y creo que éste es un buen ejemplo.
lunes, 11 de febrero de 2008
Escenas: Dibujos
Siento cómo ondea la llama humeante, la llama de la vela, al ritmo del aire que exhalan sus pulmones. Los de él; los del pintor. Y mientras, el lápiz afilado, con pequeños trazos, va mostrando el perfil de la mujer. La frente, la nariz, los labios carnosos...
Siento el frío de la habitación y cómo las manos, envueltas en mitones, abrazan el grafito, y cómo con trazo suave pero firme dibujan las sombras que rodean el perfil.
Siento el olor de la estancia. Una mezcla de aceite, pigmentos, tierras... Y también humedad.
Y siento como si en ese momento él, el pintor, me regalara su obra, ese trozo pequeño lleno de historia. Y al mirarlo oigo su voz, la de él, la del pintor, contándome sus emociones y la intensidad de ese momento de unión entre el lápiz y el papel.
Separo mis ojos del dibujo y miro a mi alrededor. Hay más gente. Y no hay vela, ni huele a aceite y humedad. Y sobre todo no está él, el pintor. Y ese dibujo tampoco es para mí.
(En Madrid, en el Museo Thyssen-Bornemisza, podemos disfrutar de éste y otros muchos dibujos intensos y efímeros, que nos trasladan a ese momento de intimidad entre la obra y el artista. "Maestros modernos del dibujo". Entrada libre. Hasta el 17 de Febrero.)
Siento el frío de la habitación y cómo las manos, envueltas en mitones, abrazan el grafito, y cómo con trazo suave pero firme dibujan las sombras que rodean el perfil.
Siento el olor de la estancia. Una mezcla de aceite, pigmentos, tierras... Y también humedad.
Y siento como si en ese momento él, el pintor, me regalara su obra, ese trozo pequeño lleno de historia. Y al mirarlo oigo su voz, la de él, la del pintor, contándome sus emociones y la intensidad de ese momento de unión entre el lápiz y el papel.
Separo mis ojos del dibujo y miro a mi alrededor. Hay más gente. Y no hay vela, ni huele a aceite y humedad. Y sobre todo no está él, el pintor. Y ese dibujo tampoco es para mí.
(En Madrid, en el Museo Thyssen-Bornemisza, podemos disfrutar de éste y otros muchos dibujos intensos y efímeros, que nos trasladan a ese momento de intimidad entre la obra y el artista. "Maestros modernos del dibujo". Entrada libre. Hasta el 17 de Febrero.)
jueves, 7 de febrero de 2008
Recomendamos: Los etruscos
La civilización etrusca precedió en el tiempo al imperio romano, constituyendo una de las civilizaciones más significativas e importates para la historia del Mediterráneo. Desde hace ya unos meses podemos disfrutar en Madrid, en el Museo Arqueológico Nacional, de una muestra del buen hacer de esta antigua civilización.
Para quien disfrute de los pequeños detalles, de la falta de estridencia y de la sencillez técnica, pero no así artística; para quien disfrute de las pequeñas cosas, le gustará darse también un pequeño paseo por esta bonita exposición. Termina el 17 de Febrero.
Para quien disfrute de los pequeños detalles, de la falta de estridencia y de la sencillez técnica, pero no así artística; para quien disfrute de las pequeñas cosas, le gustará darse también un pequeño paseo por esta bonita exposición. Termina el 17 de Febrero.
lunes, 4 de febrero de 2008
Algo falla
Los premios a la mejor dirección y a la mejor película concedidos por la Academia de cine española se los ha llevado "La soledad", que apenas ha sido vista por 42.000 espectadores. Considero que soy una persona que disfruta del cine y que le gusta estar al día de la actualidad cinematográfica, pues bien, no recuerdo en qué mes se estrenó esta película, no recuerdo haber visto el cartel en ningún sitio, no recuerdo ningún anuncio o reseña, y no tengo ninguna referencia de ella. ¿No es extraño? La considerada mejor película del año por los académicos del cine ha pasado de puntillas por las salas. Sin hacer ruido. Y sorprendentemente ha conseguido el premio más deseado. Desde mi punto de vista no se trata de un caso en el que haya funcionado el boca a boca, como ha dicho algún periodista-tertuliano hoy, porque ese boca a boca ha sido inexistente entre los espectadores. Desde mi punto de vista se trata de un tremendo fracaso: la mejor película del año ha sido una de las menos vistas.
Si tenemos en cuenta que cuando hablamos de cine, además de hablar de una actividad artística hablamos también de una industria que busca unos beneficios económicos, que se traducen en espectadores y en éxito de público, podemos pensar que aquí en España esta asociación de ideas parece no estar muy arraigada. Por el contrario, dentro del mundo del cine el exceso de victimismo, que triunfa frente a la autocrítica, hace que siempre se estén echando balones fuera (ya se sabe: la piratería, la cuota de pantalla, la falta de apoyo estatal, la invasión del cine americano, etc.). ¿Y para cuándo un poco de autocrítica? Como en cualquier negocio, el dinero destinado a publicidad no sólo no sobra, sino que además es imprescindible (nadie en su sano juicio se hace empresario sin haber hecho antes un estudio de mercado y haber dado a conocer su producto). ¿Por qué no aprendemos un poco del cine norteamericano? Allí, como mínimo, la mitad del presupuesto va destinado a eso: a dar a conocer ese producto que se ha elaborado con tanto esfuerzo y trabajo. Si no, ¿para qué vale ese esfuerzo? Parece ser que parte de la gran bronca que han tenido José Luis Garci y Alfredo Landa se ha debido a eso: este último le ha recriminado al director que la película ha pasado por las salas como de puntillas; casi sin hacer ruido. Y estoy totalmente de acuerdo.
Creo que hay muchos aspectos a reconsiderar dentro del cine español, y no solamente la cuota de pantalla, ya que si no se hace volverán a ocurrir acontecimientos tan increíbles como los de ayer.
Ahora tendremos una segunda y más ruidosa oportunidad para comprobar si estamos o no de acuerdo con esos premios. Entre otras cosas, para eso valen los premios...
Si tenemos en cuenta que cuando hablamos de cine, además de hablar de una actividad artística hablamos también de una industria que busca unos beneficios económicos, que se traducen en espectadores y en éxito de público, podemos pensar que aquí en España esta asociación de ideas parece no estar muy arraigada. Por el contrario, dentro del mundo del cine el exceso de victimismo, que triunfa frente a la autocrítica, hace que siempre se estén echando balones fuera (ya se sabe: la piratería, la cuota de pantalla, la falta de apoyo estatal, la invasión del cine americano, etc.). ¿Y para cuándo un poco de autocrítica? Como en cualquier negocio, el dinero destinado a publicidad no sólo no sobra, sino que además es imprescindible (nadie en su sano juicio se hace empresario sin haber hecho antes un estudio de mercado y haber dado a conocer su producto). ¿Por qué no aprendemos un poco del cine norteamericano? Allí, como mínimo, la mitad del presupuesto va destinado a eso: a dar a conocer ese producto que se ha elaborado con tanto esfuerzo y trabajo. Si no, ¿para qué vale ese esfuerzo? Parece ser que parte de la gran bronca que han tenido José Luis Garci y Alfredo Landa se ha debido a eso: este último le ha recriminado al director que la película ha pasado por las salas como de puntillas; casi sin hacer ruido. Y estoy totalmente de acuerdo.
Creo que hay muchos aspectos a reconsiderar dentro del cine español, y no solamente la cuota de pantalla, ya que si no se hace volverán a ocurrir acontecimientos tan increíbles como los de ayer.
Ahora tendremos una segunda y más ruidosa oportunidad para comprobar si estamos o no de acuerdo con esos premios. Entre otras cosas, para eso valen los premios...
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