En un artículo anterior ("Tallas", del 5 de noviembre de 2007) ya expuse mi malestar por la falta de uniformidad a la hora de establecer las medidas en las tallas de la ropa, tanto de hombre como de mujer, siendo mayor en el caso de las mujeres. Me alegraba de que por fin se cuestionara este tema y de que diera comienzo un estudio antropomórfico de la mujer española. Los resultados de dicho estudio los hemos conocido hace un par de semanas y, en general, las críticas han sido feroces.
Por un lado el sector textil se ha quejado de la dificultad para establecer tres tipos de patrones para cada talla, a saber, forma de diábolo, campana o cilindro. Se han quejado de que no lo ven factible, ya que no saldría rentable, y lo comprendo (ya sabemos que el sector empresarial solamente se fija en un único aspecto: el beneficio económico).
Por otro lado las críticas más duras, desde mi punto de vista, han venido del mundo de la moda. Coincidiendo con la pasarela Cibeles los comentarios han abundado y destaco precisamente el que más se ha repetido: ¡Qué vergüenza! Ni que las mujeres fuéramos objetos. Que si diábolo, cilindro o campana... ¡Qué vergüenza!
Me sorprende que tanto modelos como diseñadores se hayan quejado de lo mismo y con el mismo argumento (a veces hecho de menos un poco más de pensamiento propio), ya que el mundo de la moda y de la publicidad están llenos de ejemplos donde la mujer no es más que un mero objeto.
Mi sensibilidad, a diferencia de estos comentarios, no se vio herida al escuchar el resultado del estudio y comprobar que lo que ya había sufrido en mis propias carnes se confirmaba con los datos tomados sobre una muestra de 10.145 mujeres repartidas por 59 ciudades diferentes:
1. El 40% de las españolas tiene problemas para encontrar ropa de su talla; la mayoría de ellas porque las prendas son pequeñas.
2. El 86% de las españolas tiene un índice de masa corporal convencional, que no requiere consulta ni tratamiento médico.
Me parecería idílico que se unificaran por fin todas las tallas, ya que se ahorraría mucho tiempo, y a muchas mujeres, sobre todo jovencitas, les evitaría dudas infundadas sobre su aumento de peso. Pero más idílico sería aún el hecho de que para cada talla se establecieran tres patrones diferentes; sería algo parecido a comprar un traje a medida. Entonces las críticas, ¿a qué se deben?
Me cuesta trabajo creer que muchas mujeres consideren que esta clasificación en diábolos, campanas y cilindros, es una ofensa para nosotras.
Siento que a veces la sensibilidad está a flor de piel, y creo que éste es un buen ejemplo.
lunes, 18 de febrero de 2008
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2 comentarios:
Esta clasificación no es, en absoluto, ofensiva. Es totalmente absurda y ridicula. Porque no hay tres tipos de mujeres, hay muchos más y determinada ropa a unas les queda bien y a otras mal. Lo de unificar las tallas (que debe hacerse) es otra historia. Y cada una que se ponga lo que quiera.
Pienso que es un buen intento de conseguir que la moda sea una tirana pero menos. Creo de todas formas que las antiguas modistas y los antiguos sastres tienen más sentido que nunca. Está claro que ellos sí entendían que cada cuerpo es diferente. Un saludo al ciudadano que hace esta página tan excelente.
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