Para mantener el equilibrio en la naturaleza es necesario sentirse parte de ella, entender que nuestra relación con ella debe ser de intercambio, no de saqueo. La humanidad cada vez tiende más y más a ver la naturaleza como un escaparate, un parque temático en el mejor de los casos o un gran pastel que nos brinda la oportunidad de arrancarle un buen pedazo cuando nos plazca.
Todo lo que está en la naturaleza tiene su función natural dentro del ecosistema, las plantas, los animales y las rocas, todo forma parte de la ecuación del ciclo de la vida. Si nosotros alteramos indiscriminadamente alguno de esos elementos, estamos activando una cadena de sucesos de un alcance que no imaginamos.
Incluso mover una roca para abrir una carretera puede alterar el medio de forma importante, y no es demagogia, porque el problema no es que se mueva una, se mueve una aquí, otra más allá y al final el impacto es brutal; no sólo se altera el paisaje, se altera la vida de muchos seres vivos y se crea una situación de estrés en el ecosistema, que al final repercute en nosotros mismos.
Nosotros formamos parte del funcionamiento del ecosistema y tenemos además la gran responsabilidad de ser la conciencia de la naturaleza, la conciencia que ha de preservar nuestro mundo.
¿Menos da una piedra?, no estoy seguro. En la mayoría de los casos contribuyen más las piedras que las personas a la hora de mantener el equilibrio con la naturaleza, y si no id al campo y sentaos en una gran roca mirando en silencio, con respeto, quedaos un buen rato escuchando y me dareis la razón.
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