miércoles, 26 de marzo de 2008

Fama

Tengo una sobrina que estudia en la universidad (está en 2º de Comunicación audiovisual). Ayer me dijo que faltó más de la mitad de la clase. Normal, ¿no? Vuelta de vacaciones... ¡Qué va! Han ido al casting de Supermodelo. ¿Qué me dices? Sí. Con el de Fama pasó lo mismo. Y me quedo con cara de no entender nada.
Sé que estas decisiones no se deben a que más del 50% de los posibles futuros publicistas o relaciones públicas escondan una vocación frustrada de bailarines o modelos, algunos seguro que sí, por supuesto, pero no más de la mitad. Por lo tanto, son otros los motivos.
Los que somos más jóvenes no vivimos nada de esto, ya se sabe, reality shows de varios formatos: contar tus penas , buscar novio, cantar, bailar o desfilar delante de las cámaras; por eso no podemos asegurar que nosotros no hubiéramos actuado igual.
Es como si ahora fuera más fácil alcanzar esos minutos de gloria o de fama de los que hablaba Andy Warhol; como si la fama también se hubiera democratizado. Pero, ¿a qué precio?

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