Si algo no funciona, no nos gusta o nos molesta, lo cambiamos de sitio, pero lejos, lo más lejos posible de nuestra vista, para que le moleste a otro y que ese otro se encargue de hacer lo mismo que, inteligentemente, hemos hecho nosotros. Es lo más rápido. Un ejemplo:
Desde hace varios meses en las calles de Lavapiés (barrio de Madrid) han aparecido pequeños grupos de heroinómanos. No es que hasta ahora no hubiera droga en el barrio, todo lo contrario, basta pasearse por la calle Lavapiés a partir de las 8 de la tarde para que los diversos vendedores te ofrezcan todos sus productos sin ningún tipo de disimulo, pero sí es cierto que no se sufrían los problemas que conlleva el consumo habitual de heroína.
Desde hace ya mucho tiempo la heroína y los heroinómanos se ubicaban en la Plaza de Tirso de Molina, que dejó de ser un espacio más de convivencia para convertirse en un gueto. A partir de un nuevo proyecto del Ayuntamiento se planifica la reforma de dicha plaza, con la intención de aumentar la zona peatonal, crear una zona infantil de juegos y un mercado de flores, único en Madrid. Para llevar a cabo esta reforma se cierra la plaza al público durante un año y, como era de esperar, el problema existente en esa plaza se traslada a otra. La más cercana. La Plaza de Lavapiés. A esto se le añade que esta última ha sufrido durante 3 años consecutivos las obras de ampliación de la línea 3 del Metro durante los 3 meses de verano y poco a poco, casi sin darnos cuenta, se va transformando el ambiente: las personas que se sientan en los bancos cambian; la suciedad, si cabe, aumenta; aparecen colchones en la plaza, que se transforma en casa para muchas personas; en calles próximas se puede ver a una o dos personas sentadas en algún portal fumando un "chino", heroinómanos pidiendo dinero "para una pensión" con el síndrome de abstinencia escrito en su cara, e intentos de robo por parte de alguno de ellos. Todo esto es cierto. En definitiva, se ha recuperado un espacio para la convivencia, la nueva Plaza de Tirso de Molina, y se ha perdido otro, la Plaza de Lavapiés.
¿Qué se ha hecho? El problema se ha trasladado de sitio, lo hemos movido, pero no lo hemos arrancado de raíz. Hay temas, y éste es uno de ellos, que son verdaderos tabúes y de los cuales no se lleva a cabo un debate profundo, honesto y sincero, con la intención de encontrar alguna alternativa realmente válida.
Muchos de los que están legitimados para tomar alguna decisión válida sobre este problema saben, a su vez, que nunca lo sufrirán, ya que, y de esto todos estamos seguros, el escenario nunca lo encontraremos, por poner un ejemplo, en la calle Serrano. Ellos sí que pueden dormir tranquilos.
jueves, 24 de mayo de 2007
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