Una mañana de sábado por la mañana, sentado en mi coche, me sentiré feliz, recorriendo por las autopistas kilómetros y kilómetros a gran velocidad sin que nadie me moleste, y podré pasar por todos los parajes y pueblos que me gustan de España sin tener que parar. Podré comer en grandes áreas de servicio con grandes fotos en color de antiguas zonas rurales, donde tan sólo por carreteras pequeñas se podían visitar amplias zonas verdes, bosques y regiones pobladas por gente sin desarrollar, pueblos en donde te servían comida en pequeños mesones muy alejados de un enlace de alguna autopista.
No tendré que pensar cómo llegar al sitio que me gusta, pues toda la geografía de España estará llena de autopistas por donde, a gran velocidad, podré ver todo por mi ventanilla. Tan sólo tendré que coger mi coche y hacer kilómetros.
De vuelta a casa, con la satisfación de haber hecho un buen viaje en tiempo record, recordaré cómo el desarrollo nos llevó de poder ir a un sitio en autopista a poder ir a un sitio con autopista. De cómo pasamos de tener lugares para visitar, a tener autopistas para recorrerlos sin la rémora de tener que visitarlos.
¡Cuánto desarrollo!
jueves, 1 de marzo de 2007
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